De rodillas

Hace ya tiempo escribí por aquí que vivimos en una civilización de estercolero, porque lanzamos a la basura todo aquello que consideramos mierda, ya sea comida, un libro o un bebé. Mientras, consumimos alimentos de los denominados chatarra, modelitos de usar y tirar y programas de televisión basura. Sólo hay que ver las audiencias, los grandes centros comerciales made in China o la letra pequeña de los ingredientes de los alimentos con sus azúcares, conservantes y aceites de palma varios.

De los valores y principios con los que nos movemos no digamos nada, pues el todovalismo (si es lo que defienden algunos, ojo, si lo que dice el otro no me gusta no sirve) impone la dictadura del doble rasero más surrealista y a contrapaso.

Si no te gustan mis principios tengo otros, dice la frase lapidaria del relativismo que en estos tiempos contemporáneos parece ser un mantra de obligado cumplimiento para ateos y políticamente incorrectos.

Hace unos días, la madre que se quiso deshacer de su bebé de diez días tirándolo al contenedor hace unos años pedía de rodillas justicia porque decía no reconocerse en aquella mujer. El tiempo de prisión y la lejanía de sus otros hijos, argumentaba ante el tribunal, le habían hecho reflexionar y arrepentirse. Y suplicaba perdón.

De rodillas pedía el polémico drag queen de los carnavales canarios que se pusiera la concurrencia que vitoreaba aquella aberración que, digan lo que digan, insulta a los católicos mezclando el espectáculo sexuado con lo religioso.

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